Haciendo amigos en Australia
Siempre he sido una persona muy sociable y amigable, pero soy de esas personas que es muy introvertida a la hora de conocer gente. Me corto, no sé que decir, me pongo nerviosa… Nunca me he acercado a nadie para entablar una conversación ni he hecho amigos en fiestas. A mis amigos los he conocido a través de amigos, en mi barrio o en el instituto.
Fran ha conocido un montón de gente en la academia de inglés desde que llegamos, y está super contento; pero en cambio mi situación es distinta. Pensé que hacer amigos en Australia me iba a resultar más fácil, pero no, me está costando: básicamente por un factor: la edad. Mis compañeros de trabajo son todos mayores de 30 años, y la mayoría de los estudiantes internacionales que vienen al país, son mayores de 26 años, y yo acabo de cumplir los 19… No es que sea una diferencia de edad abismal, pero se nota bastante que no tenemos las mismas aficiones, gustos y otros temas en común.
Soy bastante madura para mi edad, pero sigo siendo una cría: quiero salir de fiesta, conocer gente y no parar quieta.
Y encima, si a esto de la edad le sumamos que soy vergonzosa, se crea una situación de ‘sin amigos’. No estoy mal, porque tengo a Fran, pero podría estar mejor. Hasta que hace unos par de meses todo cambió.
Estaba caminando por la calle, cuando escuché a dos muchachas jóvenes hablar en español entre ellas, y sin dudarlo ni un segundo (no me lo creí ni yo), las saludé: ¡Hola! ¿De dónde sois? Y ese fue el comienzo de una bonita amistad. Comenzamos a hablar; acababan de llegar hace unos días a la ciudad, y estaban muy perdidas, no conocían a nadie, y me cayeron genial: nos dimos los teléfonos y quedamos para el día siguiente para salir de fiesta juntas. Cuando se fueron, no me creía la que acababa de pasar, y menos aún que hubiéramos quedado para ¡Salir de fiesta!
Y si, salimos. Y me lo pasé como hacía años que no me lo pasaba. Estas dos chicas de Barcelona y yo reímos, bebimos y bailamos como si no hubiera mañana. Desde entonces quedamos todas las semanas, hacemos planes juntas, y me han presentado a muchos de sus amigos. Cuentan conmigo para todos sus planes y yo con ellas. Quién me iba a decir a mi, que conocería gente de esta forma… Ahora son mis amigas.
A partir de ese día en el que las conocí, he perdido la vergüenza. Me he dado cuenta que no sirve para nada tener miedo o ser introvertido; te puedes perder muchas cosas en la vida que valen la pena. Quizás por no acercarte a alguien pierdas la oportunidad de hacer una amiga, o quizás y peor aun, dejes pasar al amor de tu vida… No lo pienses y ¡Ve a por ello!
Nos vemos muy pronto en el paraíso.
N.