Aprendiendo a echar de menos: viviendo en el extranjero
Hoy me he levantado con el pie izquierdo. No estoy de buen humor; no es algo raro, ya que tengo un muy mal despertar, pero a lo largo de la mañana no se me pasa. Supongo que es algo más que un simple mal despertar. Creo que es (aunque no quiera admitirlo), que estoy empezando a echar de menos.
Odio mostrar mis emociones, pero en estos momentos estoy empezando a exteriorizarlas… Ha pasado un mes, y ya me noto con algo menos de fuerzas: y no, no es porque me vaya algo mal, porque no me guste esta ciudad, la gente, o algo así. Es algo más profundo . Esta esta siendo la experiencia más emocionante de mi vida, la más increíble, y me faltan muchas personas a con las que me gustaría compartirlo. Personas que están a 18.000 kilómetros de distancia. Personas con las que no me puedo comunicar más que a través de una pantalla. Y me da mucha pena. Son sentimientos que sabía que en algún momento florecerían, pero no esperaba que tan pronto… Aunque lo que más duele, es no saber cuando será la próxima vez que me reúna con ellos…
Uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde: que pena que esta frase sea tan cierta. Aunque los he querido toda mi vida, ahora que no los tengo los quiero más aun. Los echo tanto de menos que duele. Duele no tenerlos aquí a mi lado, dándome por culo. Los hermanos se pelean, es ley de vida. Si se quieren, se pelean. Pero ‘a mi hermana que no la toque nadie, que la única que la toca soy yo’. Nos hemos tirado una vida matándonos vivas. Y ahora que no la tengo aquí a mi lado la echo mucho de menos. Muchísimo. Una pena darme cuenta ahora. Darme cuenta de que es la mejor hermana, la más guapa, la más inteligente, y con la que más me reía por cualquier cosa… Y pues mi pequeño, él es lo mejor. Mi alegría de cada día… Un por culero y payaso de cuidado, pero no puedo ver ni fotos suyas porque me pongo a llorar como una magdalena. Él es lo que me da más miedo; es lo más importante que he dejado atrás, mi debilidad, y tengo miedo de que me olvide. A que en unos años no se acuerde de mi. Muero tan solo de pensarlo… Pero es él quién me da la vida; de esa sonrisa tengo que sacar la fuerza para que todo salga bien.
Y bueno, además de a ellos, echo mucho de menos a mi familia y a la familia de Fran… Pero sobre todo a mi abuela. Sus caricias, sus mimos o simplemente su forma de mirarme. Lo único que no quiero es que lo pase mal sabiendo que yo estoy aquí, ya que se preocupa mucho por mi…
Luego, también está mi mejor amiga, mi segunda hermana. Nada más llegar a mi nueva casa, ya puse fotos suyas para acordarme mucho de ella; pronto tendré la pared llena como siga así. Mi pequeña Martita. A la que también echo mucho de menos. Es la más mongola y borde de este mundo, pero a la que más quiero. La que no duda en decirme las cosas tal y como son, y una de las personas que más me ha apoyado para comenzar esta aventura. Sabes que te quiero mucho, y espero que vengas a verme de vacaciones, mi casa siempre será tu casa.
Mi compi Lorena, mi amiga de fiestas. Quizás ella sea una de las cosas que eche más de menos en mi día a día. Necesito sus abrazos, o simplemente estar a su lado para reírnos durante horas y molestarla mucho. Ya te lo he dicho mil veces, pero te lo diré mil y una más: eres la más mejor. Te echo de menos Lorena, y mucho…
También echo mucho de menos a mis amigas de toda la vida: Marina y Anete. Son más de 10 años a vuestro lado, y aunque siempre hemos tenido nuestros más y menos, habéis estado conmigo en muchos de mis mejores y peores momentos. Cuando estamos juntas volvemos a ser las de siempre, y espero que eso siga siendo así. Echadme mucho de menos, que yo lo voy a hacer…
Además de ellas, se me quedan muchas personas más: ma petite Lola, mi Corbellini, mis compis del cole, los de bilingue…
Hoy estoy sentimental; pero seguro que mañana me levanto de nuevo con una sonrisa; porque como dice una gran canción:
< Only miss the sun
when it starts to snow >
Nos vemos muy pronto en el paraíso.
N.